16 feb 2024

Ni las del Niágara.

El día posterior a las cirugías de cataratas,luego de habérseles retirado el parche del ojo y haber sido examinados por el médico los pacientes tuvimos que esperar en una sala a una enfermera que nos daría una charla sobre los cuidados a tener durante una buena porción de días para que la cirugía no se complique por algún desarreglo. Calculo que éramos 40 o 50 recién operados aparte de sus respectivos lazarillos que atentos nos esperaban y cuidaban para no dar un tropezón que nos llevaría nuevamente al quirófano si es que me dejo empuñar. Mientras esperábamos, las conversaciones eran interminables; imaginen Piura donde se ahogan las alegrías y se desahogan las penas hablando. Así que las anécdotas para no creer de algún u otro conocido salieron a flote en una conversación interminable. Una contaba que su vecino el Gordo Jacinto después de llegar a su casa allá en el Bajo Piura, ya sin parche en el ojo, para mitigar el calor sofocante tendió su petate en el patio detrás de su casa donde cae la sombra y se quedó dormido. Todo piurano macho y barrigón duerme con la boca y los ojos entreabiertos, y una de las gallinas muerta de hambre porque se habían quedado solas y no hubo nadie que les llene el buche, al ver el brillante que Jacinto tenía en el ojo al instante lo picoteó arrancándole el flamante cristalino. El Gordo Jacinto fue llevado de vuelta a la emergencia y el daño no lo pudieron reparar. Luego volviendo encontraron que la gallina había picado tan fuerte que el vidriecito pegó el pico de arriba con el de abajo; y que no la podían agarrar para matarla y mandarla a la olla porque su pico torcido brillaba y parecía embrujada y que al mirarla daba miedo y que ningún vecino por lo mismo no la quería ni regalada y que la gallina murió viejita ya que el Gordo nunca la pudo agarrar y matar, daba su vida por eso, porque se había quedado tuerto de un ojo y por el otro casi ya no veía. Le pregunté cómo se había hecho viejita si no podía comer, eso es lo que nadie se explica me dijo; terrorífico le respondí. Sí, tenga cuidao con sus gallinas. No tengo, le dije ¿ah sí? me respondió. Lo escuché como un presagio y he prometido no ir ni al mercado ni donde haya ni pajaritos. Interrumpió otra diciendo que a su comadre la habían operado también y luego de sacarse el parche se puso a desgranar choclos para hacer tamales y que un grano de choclo saltó a su ojo y que el vidriecito saltó pa' los tamales y ella saltó pa´la emergencia otra vuelta. Otra abuelita que se había quedado un día hospitalizada y se moría de nostalgia de su nietecito, al llegar a su casa venga pa’cá mi ñañito y suáz de un manotazo del churre vidrio pa´fuera. Otra que otro, su primo fulano, que al ponerse los lentes oscuros todos chambones que había comprado y que son de suma utilidad para opacar el resplandor, no calculó bien al ponerlos y la patita del lente en vez de ir a la oreja nada más ni nada menos la clavó en su ojo. Adiós cristalino. Hasta ese momento tenía ganas de levantarme de la silla y no escuchar un cuento más, pero si lo hacía perdía el asiento y había como veinte esperando que alguien se desmaye de calor o abandone su lugar, y el mío era uno de los mejores porque lo había conseguido a codazos por la presencia de un ventilador que daba aire justo encima de la cabeza. Por fin una señora riendo fuertemente que mostraba la ausencia de sus incisivos hasta la úvula nos tranquilizó por un momento porque hasta ahora no había nada para reír, contó que conoce a un hombre que junto a 4 ó 5 dóbermans era guardián nocturno en un almacén muy grande. Al salir del hospital tuvo que ir al trabajo para no perder su empleo. Y de noche para dormir se puso el parche en el ojo como le habían recomendado, ¡carajo! si era guardián nocturno no tenía por qué dormir, y que al sacar los perros del canil estos por el parche lo desconocieron y lo molieron a mordiscos que lo mandaron al hospital. Felizmente no perdió el cristal, mejor ni el ojo, pero sí un pedazo de nariz y parte de una de sus orejas, y que además quedó cojo por un mordiscón en la rodilla. Que los amigos no saben qué chapa ponerle porque tiene tantas y que últimamente simplemente le dicen "Perro" y él buenamente responde. Claro que nos reíamos por lo que contaba, y habla serio pues señora. Serio, serio se los digo; si yo lo conozzzco. Y con gran consuelo que todos “estábanos” esperando nos dice "Pero lo bueno es que ve". "Braaavo", respondimos automáticamente y en coro. Por fin llegó la enfermera, nos dio las recomendaciones, y la vida continúa.

25 nov 2023

LOS CHICHARRONES DEL CURA

A Dn. Elias Vargas, hermano de mi querida y siempre recordada Suegra Dña. Amanda. Este relato fue publicado en "mis notas" del face book hace 8 años. En la ciudad de Cajamarca, por los años 1940 y pico vivía y ejercía sus labores sacerdotales un Padre muy querido en la ciudad, aficionado además a la bohemia y, por lo tanto, a las bebidas espirituosas. Luego de haber ejercido en plena borrachera nocturna también la sublime profesión de odontólogo arrancándole a puñetazos los cuatro dientes anteriores a un individuo durante una concurrida y celebrada pelea callejera fue sancionado por sus superiores suspendiéndolo de sus labores sacerdotales por el largo período de seis meses. Pasados ya algunos días y en medio de necesidades económicas urgentes se vio obligado a tomar prestados un perol y otros utensilios y ubicarse en una esquina del mercado de la ciudad a vender chicharrones de chancho y pregonando “Hijos míos, hijos míos, compren que me han suspendido, que me han suspendido”, la gente que mucho le querían le compraban y la clientela no faltaba. Así lo hizo algún tiempo hasta que la noticia llegó nuevamente a oídos del Obispo quien lo llamó reprendiéndole por vender chicharrones en el mercado ya que no era una actividad bien vista para un sacerdote. El cura le respondió que lo hacía porque no podía celebrar misas, ni bautismos, ni nada que pudiese cubrir con las necesidades económicas que él tenía. El obispo viendo que en realidad el cura tenía algo de razón le pide que por lo menos lo haga sin vestir la sotana en señal de respeto a su investidura a lo que el cura le respondió ”si me quitase la sotana nadie me compra”. Nota: Gracias Dn. Elías por esas conversaciooooooooones siempre muy interesantes, demasiado difíciles la mayoría; pero algunas pequeñas y muy divertidas como ésta que además de plagiada está mal escrita y sin la gracia como cuando Usted la cuenta. Está cerca su retorno a Lima y esperamos que vuelva nuevamente a visitarnos; pero como Usted mismo dice : Pronto, pero no muy seguido. Espero que me dé el tiempo suficiente para lograr prepararme muy bien en política nacional, internacional, música, óperas, compositores importantes de la época de la pera, geografía, nombres de los presidentes de todos los países del mundo desde la revolución francesa hasta nuestros días, historia del Perú, escritores, músicos, etc, etc, etc; ñerda, ni Marco Aurelio Denegri para asegurarle una conversación. Le queremos mucho Dn Elías, su sobrina le quiere mucho y esperamos que ese espíritu juvenil que usted tiene, ese ímpetu de ser productivo, que no se amilana de agarrar una escoba o pelear para querer lavar los platos y de caminar cuadras enteras para ejercitarse nunca pase. Yo particularmente le agradezco su permanencia aquí acompañándonos en estos días en Moyobamba y espero que lo haya pasado bien. Le pido mil disculpas por mis errores, por la olla arrocera de juguete, imagine cómo estaría yo de más gordo si la olla tuviese el tamaño normal, y por mis faltas de atención a su persona. Usted ve que nos hemos mostrado tal como somos, personas con nuestras virtudes y sobre todo defectos que no se los hemos querido esconder. Esto se lo voy a decir cara a cara por supuesto. Muchas gracias Dn Elías y buen viaje de retorno a casa. Si se me pasó un error ortográfico, seguro que sí, no me jale de las orejas por favor. Con mucho cariño Mario Saldaña.

25 jul 2023

¿AFICIONADO, YO?

Si Perú juega fútbol soy capaz de dormirme en medio del partido y ni siquiera despertarme con los estridentes gritos de gol de quien esté sentado en el sofá soportando cada cabeceada que le doy. No es que no me guste porque también lo he jugado si se entiende como jugar estar 90 minutos debajo de los tres palos; en realidad he sido un buen arquero o golero como se dice, y más que bueno he sido excelente arquero en fulbito. Pero de sentarme a disfrutar sentado en un sofá sin poder darme unas cabeceadas a mi antojo no lo puedo. Cabeceadas me refiero a dar cabezasos y no al otro tipo de cabeceadas como algunos están acostumbrados; no Ustedes por supuesto. Si me preguntan de qué equipo soy hincha lo digo, soy de Alianza Lima, y de todo corazón. Mi "hinchazón" nació de pequeño, por imitación de un primo mayor que yo que lo era, y que se bronqueaba con su hermano que era de la U. Soy aún por terco y por leal, y nunca dejaré de serlo. De los extranjeros digo que soy del Flamengo, no se por qué, pero lo soy. Cuando lo elegí me lamenté hacerlo diferente a mi hijo que lo hizo por Palmeiras que hasta ahora lo es y siempre traté de no ser rival hasta cuando los dos equipos se enfrentaban; lo he hecho tan bien que nunca hemos peleado ni discutido al respecto. He llorado si por solidaridad (no el de Lucho Castañeda) con él cuando el Palmeiras bajaba a segunda división y el pobre parecía que estaba por caerle un meteorito en su cabeza porque su mirada al cielo no bajaba hasta que Palmeiras recuperaba su lugar, y no ha sido una vez, varias. Soy tan aficionado, fíjense Ustedes, que no me molesta cuando de casualidad veo en los noticieros la repetición del gol con el que se ganó el clásico y, justo antes de patear la pelota, se cruza delante del televisor ya saben quién y no le digo nada (si eso me molestase ya hace tiempo viviríamos separados o yo con el televisor en el patio del perro). Si me preguntan de Ronaldo, Ronaldinho, Cueto o el Mago Mark Karián se que son jugadores, de los buenos por supuesto; si aún continúan jugando creo que no o no se en qué equipo. Me jalan en un examen, con cero cero, ceros aseguro. Ya ven, Mark Karián es el entrenador, ¿y no se escribe asi?. Se que el proximo mundial es el 2012, en Brasil; lo se por mi prima Patricia que lo ha posteado, igual supe que este era el primer partido de las eliminatorias, pensaba que era amistoso. Por un momento creí que ya había pasado en el 2010 como lo posteó mi cuñado Lenchi. Si me preguntan en qué mes será NO lo se. Siempre que me he atrevido a opinar de fútbol y alentar a un equipo este pierde (lo hice por Brasil este último mundial y ya ven ¿cuándo fue?, no quiero que ningún amigo brasileño se entere) por esto es que de vez en cuando tengo a propósito este sentimiento de que gane la U. No siempre he sido asi. Por atavismo mi corazón no olvida al DEFENSOR CHULUCANAS, no se si aún existirá, el de hace como 45 años (¡Guarda, cuánto tiempo!); por ese equipo si daba mi vida. Había jugadores que eran mis ídolos, uno de ellos era el arquero, buenazo, quería ser como él. Había un delantero que era mi amigo o solamente me conocía de nombre, era un moreno apellidado Nima. Trataba siempre de escaparme al estadio, no siempre entraba aunque siempre estaba atento a los resultados. Un poco más grande fui a vivir a Talara en donde por pasaporte de entrada tuve que hacerme aficionado del Atlético Torino. Tenía que alinearme con mis patas del colegio (GUE Ignacio Merino) si no lo hacía me apanaban. Un dia... jugaba el Atlético Torino contra el Defensor Chulucanas en el Campeonísimo. No se si aún la cancha de este estadio es de tierra o ya tiene gras o tartán. En ese tiempo habían unos terrones que parecía la playa de La Punta, mis rodillas son testigos, yo he jugado (tapado alli). Ese dia cuando estuve adentro del estadio mi primera duda fue dónde ubicarme, en la barra de los 1000 ó más talareños asistentes o en la barra de los 4 gatos chulucaneños que habían acompañado al equipo. Cometí mi primer error futbolístico, o mejor dicho de aficionado monse ya que me ubiqué en el medio de las dos. El partido se desarolaba bonito y ambos lados gritando a pleno pulmón cada uno por su equipo, menos yo que a veces lo hacía por Talara y mis casi paisanos me miraban como los Incas a Filipillo, y otras a favor de Chulucanas y mis amigos talareños querían desterrarme. Fue justo cuando el negro Nima hizo una de las buenas jugadas que sabía hacer y por eso le dieron un patadón que lo tiró al suelo, luego se levantó y demostró que más que futbolista era boxeador y le aplicó un golpe al del Torino que casi lo noqueó y en las tribunas se armó un bolondrón. Los jugadores del Defensor Ch (Ch nomás porque mucho demoro en escribir Chulucanas) tuvieron que juntarse en el centro de la cancha para que las piedras no les llegasen, el estadio estaba lleno de ellas ( ya tenía reja divisoria, ¿se llama asi? para que no entren los "hinchas" a la cancha). Y yo pagué el pato; YO, SI, REPITO, YYOOOOO que estaba en medio de las dos barras pagué el pato. Por un lado mis casi paisanos con Ch me apedreaban por TRAIDOR y los talareños por MALAGRADECIDO. Salí corriendo, más rápido que el árbrito y los jueces de línea. Habían unos cuantos policías, felizmente foraneos, imparciales que me prestaron ayuda. Pasó el tiempo y volví a ir a un estadio, el de Cuenca en Ecuador; los 20 minutos finales cuando abrían las puertas y los indigentes y universitarios entrabamos gratis. Y lo hice por monería (¡Ups, perdón!), monería no, lo hice porque jugaba Barcelona de Guayaquil contra el Deportivo Cuenca; y en el Barcelona jugaba Ephanor, un brasileño que pateaba penales como nunca nadie los ha pateado. Hacía un ademán como que se detenía y le soplaba siempre al lado contrario porque en ese lapso de tiempo el arquero ya se había lanzado. Y PARA SUERTE MIA hubo un penal, lo pateó Ephanor. Muchachos aficionados: ¡¡vi a Ephanor patear un penal y NO metió gol!!! La primera vez que Ephanor perdió un gol de penal y tuve que haber ido yo suertudo. Al estadio nunnca más, van 35 años. Algún dia iré; quizás cuando mi patrona me saque el televisor al patio del perro. (ESCRITO EL 2012)

10 jul 2023

LA MOSCA DE PAPÁ KIKO

Siempre recuerdo y con un inmenso cariño y amor a quien fue mi abuelo Juan Francisco Ruesta Mastallier, Don Pancho Ruesta como era conocido por la gente y amigos y Papá Kiko como le llamábamos todos los nietos en casa. Papá Kiko era un hombre alto, calvo y barrigón. Me gustaba mucho apretarle la barriga y hundirle una hernia estrangulada que tenía en su ombligo y tratar de borrarle una cicatriz que subía por el centro de su barriga hasta la punta del esternón de una cirugía al estómago que una vez le realizaron, ah... y agarrarle un lobanillo que tenía en el pecho a la altura del corazón. Me decía que era una bala que le habían disparado no se en cuál guerra, mentira porque nunca a ninguna guerra fue y más aun no era capaz de matar ni una mosca y de eso justamente voy a contar lo que escuché siendo niño y que ha quedado grabado, además de muchas anécdotas que están en mi mente pero que no las recuerdo, como una película cómica que aflora en momentos menos pensados que me ayudan a distraer la gravedad de las circunstancias que me toca vivir como a todo el común de los mortales, como en este momento; dicho sea de paso santo remedio. Cuando papá Kiko viajaba de Chulucanas a Piura en aquellos tiempos que era más demorado que los gringos cuando llegaron a la Luna, nosotros, digo nosotros refiriendonos al montón de nietos que alegrábamos su vida, alegrábamos porque recuerdo que él disfrutaba de cada uno, de algunos más que de otros, me atrevo a decir que yo estaba entre los primeros, o así lo sentía yo (¡qué sentía; aún lo siento!), decía nosotros a más de la pena que nos daba que se alejaba a veces para regresar el mismo día ya de tarde, a más de la pena decía era la alegría porque de todas maneras alguna cosa de regalo iba a traer, sobre todo revistas esas de cuadritos y de dibujos animados como Pato Donald, Mickey, y al verlo llegar ya de tarde de bajada por el pasaje que hasta ahora está al lado de la Catedral de entrada hacia la calle Lima, al frente de la botica de don Ofo Orozco, cuando la calle aún era de tierra y no tenía pista, decía, nos avalanzábamos en veloz carrera a sus brazos y a ver qué nos tocaba a cada uno. Contaba que cierta vez se embarcó en un automovil colectivo, esos de 5 pasajeros, y justo cuando el carro arrancaba subió una mosca de esas que después de hacer piruetas y maromas en el aire con tremenda puntería se paran en la punta de tu nariz, y él primero con la mano la espantaba. La mosca continuaba con su número artístico y siempre terminaba parándose en la punta de su nariz siempre en el punto exacto (¿a quién no le ha pasado? por lo menos en Chulucanas las moscas son asi) sin temer ni a los periodicasos que le lanzaba de cuando en cuando. Así pasó todo el viaje hasta llegar a Piura donde en el paradero él se fue por un lado y la mosca desapareció. Ya de tarde luego de hacer todas sus gestiones motivo del viaje y de comprar también los regalos para sus dos docenas de nietos que lo esperábamos subió al carro colectivo y, al momento de arrancar, nuevamente la mosca haciendo piruetas entró por la ventana del carro y fue a parar en la punta de su nariz. "La facinerosa, decía, se apuró para llegar a tiempo y retornar juntos de vuelta a Chulucanas, no la pude matar a pesar de los paquetasos y manasos que le daba cada vez que me despertaba de las cabeceadas cuando podía dar". A propósito de moscas recuerdo la tremenda enseñanza que él siempre recitaba: "A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron, que por golosas murieron presas de patas en él"

5 jul 2023

API BELDI YUYU (CUANDO CUMPLÍ 60)

A veces, o casi siempre, o siempre, estamos pidiendo a Dios, seamos honestos, aunque no creamos en su existencia, en son de caprichoso y aburrido reclamo más y más de lo que tenemos sin importarnos y sin darnos cuenta que la mínima parte de lo que nos rodea es suficiente para hacer feliz a un ayaymama. ¿Cómo no estar agradecido a ÉL mirando y sintiendo a mi lado a una hermosa e incansable esposa que me soporta casi 30 años y que es la artífice de mis más que logros levantadas de caídas a quien debo no se cuántas "gracias Mena"; cómo no estar agradecido a Dios por mi hijo Renato y por mi hija Claudia quienes aún demuestran que me aman soportando mi falta de cariño que a pesar que yo creo que es el suficiente no lo es para compensar y siquiera igualar al que ellos me tienen; cómo no estar agradecido por mi Padre que a sus 87 años y acompañado de su inseparable Pilar, aún se dan el gasto de hacer un viaje tan largo sólo para venir a visitarme y saludarme en esta fecha onomástica; cómo no estar agradecido a Dios por mi madre que por su bendita Gracia me ha dado dos; cómo no estar agradecido con mis hermanos a quienes siempre les faltará espacio para acomodar en sus cuartos a mis amados, hermosos, bulliciosos y pegajosos sobrinos que así es como me gustan; cómo no estar agradecido por mis cuñados que por obra milagrosa se mezclan nuestras sangres; cómo no agradecer a Dios por mi familia con quienes compartimos nuestras carnes; cómo no agradecer a Dios por mis amigos y más que todo por darles el coraje a ellos, Ustedes, de continuar considerándome como tal a pesar de cómo soy y cómo no les retribuyo a su amistad; cómo no agradecer a Dios por los años pasados, por los lugares recorridos, suelos ajenos amados, almohadas empapadas de sudor y llantos, pechos y hombros mojados de risas y cantos de amigos y amigas que el tiempo y memoria han querido borrar que aún conservan su existencia en lo más profundo del recuerdo y agradecimiento a quienes tendieron su mano amiga para servirme muchísimas veces o casi o todas la veces en bandeja de plata lo todo que ellos podían ofrecer que son deudas no pagadas que aún tengo y que permiten a mi conciencia estrellar un pastelazo en mi cara con un "paga la cuenta sinvergüenza y anda sirve y da y retribuye cuando otros necesiten"; cómo no agradecer por los desiertos recorridos y vividos, por los Andes y serranías que me dieron educación, suspiros y reposo, por las selvas y florestas llenas de vida y sonidos inimaginables que llenaron y aún llenan mi olla día a día; cómo no agradecer a Dios por mi trabajo, con el poder aún mover mis adoloridos dedos para aliviar otros dolores, estar agradecido por muchos y perdonado por otros por mi mal genio y mal carácter o por una que otra alveolitis inoportuna de vez en cuando que con otro pastelazo en la cara me hace ver que nadie es perfecto y que me hace asegurar como náufrago que se ahoga otra vez, de nuevo, de la Mano del Creador. Hace poco leí de mi amigo Nardo Aquiles Iñiguez al cumplir 60 añujes, que había llegado al 6to piso de un edificio. Ahora lo mismo digo yo, he llegado al 6to piso de este gran edificio que no sabemos cuántos tiene y menos aún cuántos nos será permitido subir, por la escalera, a un mismo ritmo de tiempo, con diferente resistencia de nuestros cuerpos, al inicio corriendo y queriendo llegar lo más rápido lo más alto posible y que ahora mirando por el borde prefiero continuarlo más despacio. Este edificio alto que al inicio nos parece tan alto que ni siquiera pensamos en su azotea no tiene ascensor, cada quien lo sube como puede, los escalones ya subidos los quieres bajar y no te es permitido, por más que te esfuerces no puedes. Te es permitido sólo mirar, ya no tocar, de algunos pisos aún percibes su aroma, de otros aún oyes el eco de tus sollozos y aún lees el pentagrama de tus risas. Los escalones que aún faltan sabes que pueden estar ahí, pero sólo ves la punta de tu pie, a veces descalzo, otras de tu zapato, lista para pisar y tienes que hacerlo, pisar y pisar porque no te es permitido parar ni descansar. A veces pienso que este edificio no tiene azotea hasta pararme frente al espejo de mi inocencia y ver que soy humano, que yo soy débil, y aspirando profundamente anhelar que sí, que este edificio tiene una azotea grande y espaciosa donde llegaremos algún día donde otros ya han llegado y que ahí nos encontraremos para todos reunirnos; y más aun ahí en el centro con una sonrisa enorme y con sus manos afectuosas extendidas para un abrazo, esperando, el Dueño del edificio. Hoy, mejor dicho desde el 2 hasta hoy (otra historia larga que contar) he llegado al piso 6 de este edificio. Sexto piso, aún miro y veo hacia abajo, aspiro sus aromas, oigo mis sollozos, leo y escucho el pentagrama de mis risas, aunque quiero no puedo bajar, no me es permitido, miro la punta de mi ahora calzado, y aún veo y siento el borde del escalón que sigue y, necio, quiero parar a descansar y no puedo, y sigo pisando y subiendo...

21 feb 2023

LA VERDADERA HISTORIA DE LA BODA DE DÑA. AMALGAMA CON EL SR. HOLLENBACK

ESTA HISTORIA ES CREACIÓN DEL DENTISTA BRASILEÑO DR. EDIVAL TOSCANO VARANDAS. AYER LA ENCONTRÉ EN UN RECORTE DE LA REVISTA APCD DE ENERO DEL 2002 QUE TENGO GUARDADA ENTRE MIS RECUERDOS. DECIDÍ TRADUCIRLA Y PUBLICARLA PARA DELEITE DE QUIENES GUSTAN DE LA ODONTOLOGÍA TANTO COMO YO.
GRACIAS
....................................................................................... ...................................................................... Era un día caliente. El calor aumentaba su intensidad tornando el sol tres veces más potente que lo normal; era el TRICRESOL propiamente dicho. A pesar de eso Dña. AMALGAMA estaba tranquila. Se lavantó SONRIENTE, limpió la boca con SENSODYNE, se enjuagó con CEPACOL en la ESCUPIDERA, tomó un bello baño con AGUA DE CAL, se colocó un poco de EDTA en los cabellos para aflojar mejor los "FÍONS", los arregló con la ESCOBILLA DE ROBINSON frente al ESPEJO BUCAL y partió para la manicure. No se podía decir lo mismo del Sr. HOLLENBACK, noble inglés de familia liverpooldiana, acostumbrado con las cosas exactas en las horas exactas. Se levantó dando PULPA en sus criados. Estaba irritadísimo por no encontrar sus lentes preferidos. Llamó a su más antiguo criado ALGANOL y le dice: - Busca ya mis lentes que tengo que ir al barbero. Así fue el día del matrimonio de Dña. AMALGAMA con el Sr. HOLLENBACK. En la noche, poco a poco, los invitados llegaban a la Iglesia de Nuestra Señora del Cadinho. Primero entraron los hermanos DAKIN y ODAKAN acompañados de sus respectivas esposas. En seguida VALMICID y su marido DAPPEN y ocupando los primeros lugares del banco de la iglesia, la familia S.S.WHITE. A las 14 horas en punto, el Sr. HOLLENBACK, con aquella su tradicional puntualidad británica, pone sus pies en la iglesia. Todo de negro, usando un modelo de nycron de la SYNTREX, ostentando un enorme kAVO en la solapa, acompañado de su genitora, camina en dirección al altar al son de la marcha nupcial de DEGUSSA. Poco a poco, la impaciencia toma cuenta del Sr. HOLLENBACK: la demora de la novia. Mira nerviosamente el reloj, los punteros andando, oyendose solamente un sonido: tic-tac, tic-tac, ADAPTIC-tac... De repente, después de treinta minutos de espera, todos se levantan para admirar la entrada de Dña. Amalgama. El Sr. HOLLENBACK no puede creer en lo que está viendo. Se saca sus grandes lentes, los limpia con un pañuelo, vuelve a colocarselos para ver si consigue admirar mejor a su novia. realmente Dña. AMALGAMA estaba linda. Toda de BLANCO DE ESPAÑA, un vestido de la última moda confeccionado por el famoso figurinista francés LE CRON, teniendo en el cuello una reluciente gargantilla de CONOS DE PLATA con PUNTAS DIAMANTADAS, asegurando en su mano derecha un enorme buqué de CERA ROSA WILSON. Emocionada, con su DENTADURA ejecutando movimientos de BÁSCULA, Dña. AMALGAMA sigue por aquella pasarela ANTI ABRASIVA, cuidando no resbalar y llega por el lado DISTAL de su novio y lo encuentra elegantemente duro, tal y cual YESO PIEDRA y acoplado al altar como el PISTILO en el MORTERO. Era el primer matrimonio de la parroquia que no era celebrado por un padre. Invitado especialmente de la ciudad de GODIVA, en la Italia, el PAPA NICOLAU yergue los brazos, bendiciendo con las manos a los novios, sellando así el JELTRATE religioso con efecto civil, conforme enseñan los mandamientos de la Santa madre Iglesia. Ya marido y mujer, Dña. AMALGAMA y el Sr. HOLLENBACK parten en luna de GEL con destino a GUTAPERCHA, ciudad de Hungría. Un elegante departamento compartían la comodidad de los dos en el lujoso hotel DABI, próximo a la estación de TRENDELEMBURG. Nunca el Sr. HOLLENBACK había pensado tener tanto PRESTIGE en países extrangeros. La noche era propicia para el amor. Y el Sr. HOLLENBACk, en un gesto de noble inglés, orgulloso de su ANILLO DE COBRE, abre una botella de SODA CLORADA y ofrece a Dña. AMALGAMA en una TAZA DE CAUCHO. Embriagados por el amor que los unía, el Sr. HOLLENBACK pregunta a Dña. AMALGAMA si ella KERR compartir consigo el lecho nupcial. Como la respuesta fue afirmativa, él la carga en los brazos en un ímpetu de "al fín solos" y la coloca sobre aquel colchón de aire, cubriendola enseguida con un DIQUE DE GOMA. Y en un gesto de afecto y cariño le acaricia su PICO DE BUNSEN y con intenciones APICALES, duda un poco si debe EXTRAER EL NERVIO de Dña. AMALGAMA y tímido y humildemente le pide que ella se saque sus PUNTAS DE PAPEL ABSORVENTES. Y, cuando los corazones se confundían en sus palpitaciones, en el silencio de aquella noche romántica y silenciosa, se oye un grito: -AAAAAAiiiiii!!!!!!...... Era el grito de la AMALGAMA diciendo: . Puede venir querido inglés, que yo ya estoy lista para ser ESCULPIDA!!!.

19 dic 2022

Mangos pa'la gente que sabe comer y pa'la gente que no sabe comer.

Chulucanas es la tierra del mango por excelencia, de esto pueden hablar los entendidos en las variedades de la fruta, tipos de suelos, climas y etcéteras de las que no tengo el menor conocimiento; pero que puedo afirmar que el fruto del mango en Chulucanas es delicioso, empezando desde los chililiques hasta los no sé qué nombres tienen, lo afirmo. Lo que quiero contar rapidito y cortito es de una señora que vendía estas frutas a la llegada del expreso Sudamericano cuando su paradero era en la Plaza de Armas de la ciudad y llegaba a eso de las 3 de la tarde o a la hora que podía o le daba la gana unas veces con el conductor manejando y otras empujando; pero llegaba. Esta señora estaba a la espera del carro cargando sobre su cabeza una bandeja o tina de aluminio llena de todo tipo de mangos y cuando veía llegar al ómnibus corría a las quitadas con otro poco de vendedoras que anunciaban sus productos por las ventanas del vehículo y ella gritaba "mangos pa'la gente que sabe comer y mangos pa'la gente que no sabe comer". Si hay necesidad de explicarlo "mangos pa'la gente que sabe comer" eran aquellos no fibrosos, deliciosos que tenían la dureza adecuada para comerlos delicadamente hasta cortándolos con tenedor y cuchillo conservando intacta la blancura de tu ropa. Los "mangos pa'la gente que no sabe comer" eran y son aquellos fibrosos que apenas los mordías salía disparado un chorro de amarilla, fragante, pegajosa y dulce miel de rosas que te embarraba desde los ojos hasta tus rodillas y saliendo de regreso por tus fosas nasales escurría hacia tus codos y tú, con la ropa manchada hasta las medias y zapatos, no podías espantar el enjambre de abejas y avispas que te seguían hasta el infinito queriendo aprovechar también de la dulzura del potaje. No soy exagerado y no miento, como todo piurano, cuando cuento.

25 nov 2022

CUANDO NACÍ TODOS REÍAN, YO ERA EL ÚNICO QUE LLORABA. ME HE PROPUESTO A VIVIR MI VIDA PARA QUE CUANDO YO MUERA TODOS LLOREN Y YO SEA EL ÚNICO QUE SONRÍA. ANÓNIMO

7 ago 2022

LAS SANTIGUAIS

Cuando ya era adulto, me encontré en Piura con un hombre que después de pocos minutos de conversación recordé que habíamos estudiado juntos en el Colegio Don Bosco, en Castilla, el primer año de secundaria. Yo lo recordaba, pero él a mi no. Así que se me ocurrió contarle lo siguiente: Como todo salesiano sabe las misas eran casi todos los días, además de los ensayos del coro de la iglesia y las lecturas perfectas sin saltarse puntos ni comas de las Sagradas Escrituras para la ceremonia dominical. Todo esto era desarrollado en la capilla del colegio que estaba ubicada al fondo cerca del campo deportivo. En cierta ocasión apareció colgado de la parte más alta de la puerta de entrada de la capilla un panal enorme de santiguais, temidas avispas, conocidas por su agresividad y poderoso veneno. Al término de cada servicio en la capilla algunos de los muchachos siempre nos demorábamos a propósito en retirarnos para, sin ningún control, arrojarles piedras a ver si el panal caía, lo hacíamos con mucho miedo y preparados para salir corriendo en caso eso sucediese. Un día no recuerdo por qué motivo yo, el piña, demoré en salir y lo hice cuando las piedras de los muchachos ya habían surtido efecto y el panal cayó a mis pies justo cuando yo estaba atravesando la puerta de salida. Las santiguais se alborotaron y quedé dentro de una nube negra que giraba como un remolino a mi alrededor; yo salí corriendo con las avispas pegadas en mi cabeza y espalda y toda la muchachada más atrás, incluido el Padre López, a punta de cuadernasos y manasos a ver si de alguna me salvaban. Creo que batí el récord de los 400 metros planos en toda la cancha de fútbol hasta que vino la calma. Ahí fue cuando este hombre me dice "Saldaña, el de las avispas, Claro que recuerdo, cómo me voy a olvidar" y, claro, nos dimos un fuerte abrazo. Tuve picaduras muy dolorosas en toda mi espalda y cabeza, pero una en el cuello fue la que más me afectó, pasé con mucha fiebre y dolor durante la noche y me perdí la misa del día siguiente porque no pude asistir al colegio ya que no podía mover mi cabeza ni para la derecha, ni izquierda ni para adelante ni atrás por causa del dolor, y así estuve varios días. Si tú, el que ahora lees, que ya peinas canas o tienes poco o nada que peinarte y estudiaste en el Don Bosco de Piura, primero B, el año 1969 y crees recordar algo, no lo dudes, ese soy yo. Un abrazo.

3 jul 2022

A BUEN ENTENDEDOR POCAS PALABRAS

A propósito de mis grandes deseos de viajar a Lima y cumplir con la invitación de mis primos "Guaraguaos" y "Chiquitines" o a quien le pueda interesar he recordado lo que sigue y que para que se vayan preparando quiero compartirles: "Cuando ya era un muchacho grande mi madre me envió a Lima para pasar una temporada en casa de unas tías que eran bastante acomodadas. Previo al viaje las recomendaciones no faltaban y las más importantes eran que sea un muchacho respetuoso con todos, sencillo y principalmente que a la hora de las comidas dejara de ser pechugón y que comiera lo que me pusieran en la mesa. Me dijo que si me preguntasen por ejemplo qué presa de la gallina más me gustaba yo respondiese "la cabeza y el pescuezo"; y no la pechuga que era mi preferida, y que ellas ya sabrían agradarme con lo mejor. Así que desde la primera vez que me lo preguntaron y que yo de sonso les respondí tal como mi madre me lo había recomendado siempre que mataban gallina la tía decía: La cabeza y el pescuezo denle a Pablito que es lo que a él más le gusta. Y yo tuve que pasar una larga temporada con ellas aguantándome las ganas". Esto lo contó cuando yo era un niño, recuerdo, mi tío abuelo Pablo Ruesta Mastallier un día que justo habían matado gallina y él estaba de invitado al almuerzo. Mi abuelo, mi querido y grande Papá Kiko, sentado a la cabeza de la mesa le dice a mi madre: Tere, sírvele la pechuga a mi hermano que te acaba de mandar una indirecta bien directa. "Si, ya lo oí" dijo mi madre.

14 mar 2022

LA BURRA PIZPIRETA

DEDICADA AL SR. EGUDALDO ZEGARRA NONAJULCA, EN CHICLAYO---------------------------------------------- Es verdad Zegarrita que al mirar esos letreros por encima de la cama más parecen placas fúnebres que anticipan la partida de quienes aún no quieren irse . Letreros escritos con tu nombre al champaso como apurados, uno más, dos más, las cantidades que sean listos para ser reemplazados dejando las camas para otros que aferrándose a la vida se entregan todo en manos de quienes curan. Ojalá pudiésemos alguna vez reencontrarnos, no en ese mismo lugar que aunque sagrado ya no quisiera estar; en otras condiciones sí para seguir las charlas y termines de contarme tus andanzas allá por las sierras de Piura de la mano de tu hermanita que tan temprano se fue, o tú solo desde pequeño trabajando para seguir adelante aprendiendo, batallando y con tu salud completa sin nada molestando. Claro que hicimos una buena amistad, cuatro o cinco días en el mismo cuarto fue suficiente para que en medio del dolor, la incomodidad y el peligro nos conociésemos; yo poniéndome en tu sufrimiento y tú en el mío y esperando la buena mano del médico y la respuesta del cielo para salir triunfantes. Esta vez le sacamos la vuelta a la vida Zegarrita porque seguimos viviendo y porque la vida se nos pasa como si ella misma quisiera matarnos, y ella misma es la que algún día nos mata. Orgullosa está Chiclayo de tantos edificios en donde con tu brazo experto en paletas, plomadas y palanas con ladrillos y cementos han sido levantados. Así sigue, con tu mente palaneando y esculpiendo ladrillos tras ladrillos que eso a ti te gusta, hasta el cansancio, para que de noche cuando llegues a tu casa los brazos de tu esposa, señora tan bonita y admirable, te reciban, sus manos te toquen y agarren las tuyas como en el hospital lo hacía cuando fue a visitarte. Este cuento corto de un aficionado como yo lo dedico a tu amistad y al aprecio que llegué a tenerte. Espero Zegarrita, Dn. Egudaldo, que te encuentres ya recuperado, que te hayas sanado o estés sanando, como lo estoy yo, para alegría de los tuyos, eso espero. Lanzo una plegaria al Cielo a tu nombre Zegarrita, Dn. Zegarra, Zegarrita. Algún día nos encontramos.------------------------ Un abrazo. Mario Marcelo Saldaña Ruesta---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Entre Chiclayo y Piura, no sé si yendo pa’yá o viniendo pa’cá, que, siendo igualitas, da lo mismo, vivía una burra pizpireta, pituca de los Altos Montes, que gustaba aparentar su encanto, elegancia y hermosura dando vueltas en la Plaza seguida de su fiel pareja.--------- Ella adelante y el burro atrás deslumbrando al vecindario su belleza exigiendo al cholo de su marido acompañarle en su raro estilo.---------- Cierta tarde acostumbrada en el lomo del arrebatado burro unas moscas se posaron a cavar su pellejo descosido y la picazón enorme obligó a pedirle que le rasque con sus uñas como había prometido; pero ella no recordaba, sólo las moscas le espantaba con la rama de un overo que sujetaba muy veleta, en la punta de su jeta.---------- Y las moscas injuriosas lo atacaban con más fuerza y el pobre piajeno con su respiración atascada limitaba su rebuzno a una cara alargada pa’ no hacer quedar mal a su amada apitucada quien con la mayor elegancia sin soltar del hocico su ramita golpeaba su espaldita para espantar el mosquerío que cada vez aumentaba y la picazón...¡Ay! al burro no le pasaba.---------- Entre sus orejas el burro recordaba troncos, palos y horquetas de su libertad en los campos en donde sin leyes impuestas a su espalda rasqueteaba cuándo y dónde su voluntad ordenaba. ¡Ahora entre moscas perecidas que prefieren su espinazo, ay, cómo lo hubiera cambiado por un fuerte chicotaso! y en sus ojos suplicando ¡chola linda! ¿qué te cuesta estar rascando la espalda de tu marido en vez de ir caminando?---------- Los milagros acontecen, después de otra vuelta dar la espalda del animal rozó con un algarrobo cuyo tronco le raspó el espinazo rajado y el burro se olvidó de toda galantería y con su espalda arremetió justo donde él quería. Las moscas al espantarse no tenían dónde ir buscando dónde posarse el lomo de la burrita que pretenciosa lucía no dudaron invadir pa’gujerear su cuero seco que se esforzaba en lucir y la picazón que no aguantaba ya no pudo resistir.---------- Aguaitando a su marido lo vio tirado en el suelo, quien sin mejor consuelo en un baño polvoriento hacer las moscas huir.---------- Bien arriba del algarrobo dos bandadas de choquecos invisibles festejando muy de fiesta alborotados de la cazuela mirando a la burra pizpireta con sus patas hacia arriba en otro hueco escarbando entre ramas y horquetas su espinazo está rascando, exagerando, que hasta polvo levantaba, a todo ojo cegando y el burro aprovechando se levantó desde el suelo y a patadas invitando hizo levantar la burra que, al notar sus intenciones, patitas pa’qué te quiero como un rayo zumbando y el burro atrás de ella rienda suelta a sus instintos le quitó la pituquería montándola y rebuznando.---------- Mario Marcelo Saldaña Ruesta 24 de julio 2020

9 mar 2022

MIS "PIESECITOS"

Me queman mis "piesecitos", en medio "deste" arenal, el sol requete caliente ni me deja caminar.--- No traje ni mi camisa, ni tengo dónde pisar, la arena tan menudita parece un espinar.--- Me queman mis "piesecitos" pa' cruzar este arenal, ¿dónde está mi algarrobito, dónde estás algarrobal; no ven que quiero cruzar este ardiente pampanal y que ni quiere el aguaterito llevarme en su animal?--- Los veo desde muy lejos, no llego a mi algarrobito, no llego al algarrobal, me queman mis "piesecitos", no consigo ni caminar y no traje ni mi camisa pa' tener dónde pisar y ni quiere el aguaterito llevarme en su animal.--- Alcanzo a mi algarrobito, alcanzo el algarrobal, qué rica que está la chicha, ya consigo descansar y llega el aguaterito arreando a su animal y no me quiere llevar.--- Preparo otra carrerita, diviso otro algarrobal, me queman mis "piesecitos" a través del arenal y no traje ni mi camisa pa' tener dónde pisar y ni quiere el aguaterito llevarme en su animal.--- Me queman mis "piesecitos" pa' cruzar este arenal, ¿dónde está mi algarrobito? ¿dónde estás algarrobal?--- Plantados dentro de mi pecho, sombreando este arenal, ha quedado mi algarrobito, ha quedado mi algarrobal, adornando muy contentos este bello transitar.--- Ya no queman mis "piesecitos" ni nunca más van a quemar.

9 oct 2012

TIA CHEPITA

Allí dentro te esperaban,
esperaban que les cures,
esperaban y anhelaban tu llegada,
siempre tu llegada.

Que les cures,
esperaban tu llegada,
te querían y estimaban,
que les cures te pedían,
no tenían,
les curabas.

No recuerdo haberte contado qué pasó, cuando llegué al hotel qué pasó. ¿Recuerdas la camisa, toda rota y manchada con sangre de mi herida? Traté de pasar rápido y ocultando ese lado de mi cuerpo delante de ella que estaba planchando ropa en el patio del hotel. Me dijo tuve una corazonada, ¿qué ha pasado? tu camisa está rota y manchada con sangre, dime ¿qué ha pasado, qué pasó? Nada, no es nada, le respondí. Mas, ante su insistencia, le conté todo, o casi todo; que no pude sostenerme en el muro, que la puerta vieja arrecostada en la pared no la pude alcanzar, que me quedé colgado y me cansé, que me solté y que caí; que la astilla de madera era grande y que sobresalía del borde de esa puerta y que mi barriga pasó raspando. El corte fue grande, los puntos de sangre en el tejido grasoso los vi como un collar de perlas rojas que poco a poco afloraban y se agrandaban y me quedé asustado, tan asustado que ni lloré; sólo grité. A pesar de mis gritos fuertes no me escucharon al otro lado de la pared en la casa vecina donde estaban los muchachos desgranando mazorcas de maíz. Y yo de sonzo que obedecí, que mis dedos me duelen, que los choclos están secos y duros, que anda trae un cuchillo de la casa de mi mamá. Y yo fui, por no darme la vuelta por la puerta de la calle me encaramé al muro, por una peseta que ni me pagaron yo fui.
Subido al muro olvidé el encargo del cuchillo observando absorto los nidos de las zoñas y chilalos en las ramas altas de los algarrobos que había en tu corral. Observaba también por encima del techo de tejas del horno de barro donde para mí era muy difícil llegar la casa del "Boca Amarrada" que siempre me inspiró más que miedo respeto. Imaginaba el paraíso y esa fue la causa, pensé volar, ser más ágil y más liviano que los pájaros o trepar y bajar paredes como lagartija hasta darme cuenta que estaba colgado del borde del muro y que mis pies no alcanzaban la puerta y que mis manos arañaban desesperadamente el borde de la pared. No era un pájaro ni una lagartija me di cuenta; estaba colgado sin saber ni cómo subir ni cómo bajar, colgado hasta el cansancio.
Luego de caer pasé tirado en el suelo algo de tiempo que me pareció una eternidad, levantando la cabeza te vi, a gritos te llamé y corriendo me levantaste del suelo sacudiendo mi cuerpo empolvado; felizmente estabas tú que me escuchaste. Tranquilo, no te asustes muchacho macho, no vayas a llorar. No son las tripas que se salen me dijiste, es sangre.
Con un limón me curaste, me ardió más que esa vez del perro que me mordió, ¿recuerdas esa vez del perro cuando fuimos allá cerca del cerro?, tú y tu limón que me frotaste. Siempre llevabas uno, para el vértigo decías. Esa vez también al llegar a casa allá en el hotel traté de ocultar la cojera de mi pierna y ella, lo que siempre me decía, tuve una corazonada, ¿qué ha pasado? Le conté todo, que había estado contigo por el cerro, que el perro nos ladró, que era grande, que a pesar de la pedrada en el hocico agarró mi pierna y me mordió.
Disfrutaba acompañarte, cada vez que lo pedías me encantaba acompañarte. Que vamos, pobrecita, está enferma, que me han buscado para ahora en la noche, a las ocho. A las ocho está oscuro y me da miedo tía. Por eso vamos, acompáñame que da miedo, me decías. Y yo iba.
Las hojas grandes de algunas plantas en los corrales de las casas en la penumbra proyectaban a la calle unas sombras fantasmales que me empujaban hacia ti; no te asustes, son las hojas de los arboles, no te asustes, muchacho macho, no te asustes, me decías. No dejaba de temblar, pero allá yo iba, es que me encantaba acompañarte. Y los perros, en cada puerta que llamabas ya llegué, nos ladraban y salían al encuentro. Piedras no faltaban, no les tires sus dueños me decían, que no muerden, son mansitos y no muerden; que no muerden...
¿Recuerdas esa vez cuando el niño al verme de camisa blanca corrió para dentro de su casa pensando que yo era doctor, se metió debajo de su cama, y nosotros reímos hasta no parar?
Con qué avidez devorabas cuántas Steffanias o cualquier otra revista pasase frente a tus ojos, con qué facilidad lograbas arreglar con gotas de cera de una vela el diente roto de tu puente de oro que embellecía aún más tu sonrisa; no olvido tus natillas, manjares blancos y cocadas que cuando hacías, de recompensa, me empanzabas con ellos.
¿Dónde habrá quedado tu caja metálica donde hervías tus jeringas salvavidas para tanta gente pobre que no tenía a dónde más acudir? ¿Y tus jeringas y agujas que con tanto cuidado limabas su punta, limpiabas y hervías? ¿Qué calle de Chulucanas no recuerda tus menudos y veloces pasos? ¿En qué plegaria no habrán lanzado tu nombre al cielo, si allí dentro de sus casas, rosario en mano, postradas, te esperaban?
Me encantaba acompañarte, a donde sea que pedías, no dudaba acompañarte. Me encantaba que las sombras fantasmales de algunas plantas proyectadas en las calles me empujasen hacia ti; lo sabía, eran de las hojas de los arboles en los corrales de las casas en donde gente pobre esperaba la ampolleta que les cure, esperaban y anhelaban tu llegada, siempre tu llegada; esperaban tu llegada, te querían y estimaban, que les cures te pedían, no tenían, les curabas.
Y ella, mi madre, en mi casa en el hotel me decía, es mi hermana, soy yo misma, acompáñala.
Hoy las sombras fantasmales de recuerdos no me empujan, voy a ellas.
CON AMOR A MI TÍA Chepita, JOSEFA RUESTA ARÁMBULO

7 abr 2012

MALA RABIA

Tengo en la memoria haber escuchado la historia del orígen del plato y de su nombre "MALA RABIA". Como siempre cada quien intenta apropiarse de lo bueno y cada quien lo cuenta como que se originó en su propia tierra. Yo digo y aseguro que fue por un lugar del interior de Piura, Perú; especificamente por algun lado de la provincia de Morropón y aún más especificamente por los caminos antiguos de Chulucanas. Pues bien, en un lugar del camino de pase obligatorio de cualquier viajante vivía una pareja de la que el marido gustaba invitar a pernoctar y alimentarse a quien quiera que pasase por allí, y "gratis". Para esto mandaba a la mujer preparar la comida. Seguro en esos tiempos era de "vacas gordas",o mejor dicho de "cabras gordas" y no había problema, las chacras daban, las crías se multiplicaban y siempre había. PERO como todo tiene su espejo las "cabras gordas" tuvieron también "cabras flacas" y los alimentos escasearon. De todas maneras el hombre no se importaba y asi mismo mandaba a la mujer preparar con lo que había.
Estando asi llegaron algunos viajantes y no había casi nada. El hombre dio la órden conocida y la mujer muy molesta no sabía qué hacer. Estaba echando chispas de "cólera", puso la mano en lo único que había en la alacena: solo unos cuantos plátanos amarillos (de esos grandes y gordos que llamamos plátanos para sancochar), un poco de queso mantecoso, unas cuantas cebollas, pescado seco salado (seguramente caballa). Cocinó los plátanos y luego los magulló juntamente con el queso, fritó (¿asi se dice?, por aqui se dice "frió"; que hablen los expertos) las cebollas en manteca, quizás todo lo que había como aliños, pimienta, un poquito de sal y luego de remojar y lavar la caballa seca para quitarle la salmuera la despulpó en hilachas y mescló con todo lo anterior. Bien caliente y al plato, mejor dicho a la barriga. Los viajeros gustaron tanto que cuando siempre que retornaban y pasaban de visita por esa casa le decían a la señora: "Señora prepárese ese plato como cuando usted estaba de mala rabia con nosotros". ¿Será verdad? claro que fue verdad, en Piura nunca mienten, "por mi chivito lindo". Y verdad también es que es delicioso. Una mescla de sal con el dulce del plátano que no se explica. El queso, la caballa, la cebolla; ya no, ya. Y es piurano por excelencia. Vivo lejos de mi tierra y de vez en cuando experimento y la preparo, es deliciosa. No se cocinar, imaginen cómo queda cuando alguien que sabe la prepara. Nació de un colerón, la mujer estaba molesta y fastidiada porque no había; ahora cuando se la prepara todos están contentos y nadie tiene rabia, a no ser a quien le sirven poco, y todo es fiesta. Mejor aún que siendo un plato tan simple y barato en SEMANA SANTA supera y es preferido que cualquier plato fino y caro del mundo POR POBRES… Y RICOS también. ¡Para meditar! AMÉM…doim!

25 oct 2011

SOLEDAD

Soledad es agua de un río
sin piedras que lleven
la voz de su canto
a otras orillas

Es el volar de un pajarito,
buscando su nido,
sin dónde posar,
llevando en su pico
la agria esperanza de nada

Es el mirar de un niño
con llanto en sus ojos,
vacías sus manos,
queriendo reir,
queriendo saltar,
gimiendo por dentro
la ausencia de amor

Es el buscar del viento
las hojas de un árbol
que cae
herido por fuego
del hombre que labra la tierra
sufriendo,
creyendo,
luchando,
bebiendo la savia del suelo
mezclada al sudor de su cuerpo

Es la gaviota perdida
en el océano inmenso
de un sueño 
sin final
que apura la hora de despertar

Es el grito suplicante y desgarrado
lanzado al cielo por una madre
ante el cuerpo inerte
del hijo amado que no responde

Es el buscar sin encontrar;
es el llorar sin merecer;
es el cantar sin sonreír;
es el amar sin cosechar;
es el morir sin percibir;
es el final, sin existir.
Escrita por Mario M Saldaña Ruesta

20 ago 2011

LA CULEBRA MALVADA




EN LA SELVA DEL PERÚ vivía una culebra hermosa y colorida, de las que no tienen veneno, que se deleitaba en asustar malvadamente a los animales silvestres mostrándoles sus dientes y dando mordidas rabiosas al vacío sacando y metiendo coléricamente su lengua en son de amenaza.


Su mayor anhelo era hacer el mal y se lamentaba por no poseer veneno como las otras para morder y matar y así satisfacer sus malvados deseos.


Cierta vez otra culebra, de aquellas venenosas, se acercó a un arroyo para calmar su sed. Antes de hacerlo depositó cuidadosamente el veneno de sus colmillos sobre una piedra lisa y limpia como tienen por costumbre las víboras en esta amazonía, que dicho sea de paso es el único lugar del mundo donde hacen esto, para no beber accidentalmente junto con el agua el poderoso veneno, dicen, lo que acabaría de inmediato con sus vidas.


La culebra no venenosa pasaba por allí, y viéndola, se alegró tanto al saber que había llegado el momento más esperado en su vida. Se acercó cuidadosamente por las espaldas de la venenosa y dio un susto tan grande en ella que, despavorida, se sumergió en la corriente del arroyo olvidando su mortal veneno encima de la piedra.


¡¡HASTA QUE AL FIN; LO QUE QUERÍA!!...


Apoderándose del veneno ajeno lo colocó en sus colmillos y para entrenar, antes de su primera víctima, daba bocanadas al aire tan fuertes, iracundas y descontroladas que, por descuido, acabó mordiendo su propia lengua. El efecto mortal del veneno fue violento y, la malvada, agonizando apenas consiguió decir con su lengua hinchada y balbuceando:



¡Desdichada de mí! ¡Pudiendo hacer el bien con lo poco que tengo... y ser feliz!


La muerte no le concedió más tiempo para concluir su meditación.


Me lo contó un gavilán que la observaba y que se la comió; menos la cabeza.


¡Palabra de ley!

12 ago 2011

¿Cochito Cochito, ni más te hablo?


"Paz es aquella dulce sensación
en medio de la guerra
contra el odio y el desamor"

(MMSR)

Recién llegado a la ciudad de Cuenca en el Ecuador allá por los años mil novecientos y tiractictac los estudiantes extranjeros que habíamos ingresado a la Universidad de Cuenca fuimos citados a censarnos o registrarnos en un cuartel del ejército por orden o disposición de un coronel médico de dicha institución. Fui y me hicieron esperar en la puerta. De adentro, un soldado, muchacho todavía, por entre las barandas dandome una moneda de un Sucre me dice: "Pana ("pata", "amigo"), por favor cómpreme una lata de pan, al frente en esa tienda". Crucé la calle y en la tienda pedí a la señora que me venda una lata de pan. Me entregó cinco o seis panes envueltos en papel de despacho. "Señora, ¿y la lata?". Es una lata, me dijo. "Esto es un papel, no una lata". Es una lata de pan "peruanito", aqui en Ecuador al Sucre se le dice "lata". El "peruanito" fue dirigido con un tono medio cachaciento, pero de buenas maneras y sonriendo. Entregué el paquete, el soldado lo abrió, me dio un pan que lo comí y me agradeció. Al rato apareció el médico coronel preguntando dónde están los estudiantes extranjeros. Yo era el único "mona" (no sé si pedir disculpas a mis amigos ecuatorianos costeños, pero "mona" en Talara donde yo vivía se dice sin importar el género a los obedientes, adulones, cumplidos en sus compromisos, responsables, a quienes hacen las tareas escolares al día y encima las presentan, mejor dicho "yo"), no había nadie más que este humilde servidor.
Me hizo entrar a una sala, conversamos, me preguntó quién era, de mis padres, mi familia, el por qué de los estudios en el Ecuador y no en el Perú y otras cosas. Le dije que estaba preocupado, un poco asustado y ansioso por saber cuál era el motivo de habernos convocado. Sólo quería conocerles y pedirles que se porten bien; pensé que iba a conocer a muchos futuros profesionales y médicos más aún; pero está solamente un futuro odontólogo y valió la pena, me dijo. Cualquier problema que tengas búscame y avísame, aquí estoy y pórtate bien. 
Durante los años de mi estadía algunas veces nos cruzamos en la calle y me saludaba como todos mis amigos: ¿Qué fue, "perucho"?
Siempre me porté bien, al menos eso creo; nunca tuve problemas serios a no ser en enero del 81 y por razones obvias el cuartel sólo de lejos. No lo busqué. Ahora qué alegría me da ver aunque pocas veces, pero ver, a los mandatarios de mi país Perú y el de mis amigos Ecuador reunidos conversando y dialogando con el fin de mejorar aún más nuestros lazos de amistad para el desarrollo común de nuestras gentes, peruanos y ecuatorianos, de mí mismo y de los míos. Ojalá que dure... y para siempre.
Perú y Ecuador, aunque de vez en cuando nos fuimos a las manos, hermanos por siempre.

EL VIEJO Y SU BURRO

             La vaca no se acuerda cuando era ternera
                              EL BURRO
       
          Y el burro se debería acordar cuando era pollino
                              LA VACA

En la casa vecina vivía una pareja de ancianos con su “retafila” de hijos y nietos, todos ellos mis amigos. Me invitaron para ir a su chacra un día sábado tempranito; nunca me había despertado tan contento a las cinco de la madrugada, ese día sí por ser un día especial.
No fueron todos, sólo tres de los mocosos, el abuelo don José y yo, otro mocoso; cada uno montando su burro con destino a Sol Sol, no recuerdo a cuánto de camino de Chulucanas. En la chacra el abuelo tenía que cumplir con sus faenas y traer las provisiones, nosotros de ayuda y más que todo de paseo.
El abuelo montaba el burro con montura, era suyo y no lo montaba nadie más. La forma del espinazo de la acémila y su silla de madera se amoldaban perfectamente, tantos años ya, con las “sentaderas” y piernas chuecas del viejo como si fueran uno solo. Nosotros a pelo; yo con bastante dificultad porque no estaba muy acostumbrado, en cambio los otros montaban y desmontaban fácilmente.
Ya clareando el día llegamos a la chacra. De inicio jugábamos en medio de los yucales todo juego que en casa no nos era permitido. “Peñíscale el rabo” decían, con uno montado encima del burro y, en vez de pellizcar, le jalaban los pelos del anca que el animal corría hecho un torpedo. Como era sin soga no me pude asegurar, el burro me tumbó y caí de barriga al suelo, caidaza que no dolió; no me explico por qué, pero no dolió. El viejo lo permitía creo que a propósito para aflojar las yucas que luego él las desarraigaba, cortaba y volvía a plantar. Nosotros las juntábamos y competíamos por ensacar.
Así pasaban las horas. Nosotros jugando y el viejo trabajando mientras tarareaba melancólico, pero contradictoriamente alegre:

…asómate a la ventana
para que mi alma no venga,
asómate a la ventana
para que mi alma no venga;

asómate que ya viene
la luz de fresca mañana,
asómate que ya viene
la luz de fresca mañana;

las aves están dormidas
las nubes vagan perdidas,
las aves están dormidas
las nubes vagan perdidas;

y tus ventanas abiertas,
y tus ventanas abiertas,
y tus ventanas abiertas…
(*Nota: Canción muy antigua desde 1920 o antes)
El viejo no se cansaba de cantar y repetir “Mnchachos, falta poco, de aquí nos vamos. No muy tarde paquel tiempo nosalcance”. Hasta que de tarde, no muy tarde “paquel tiempo nosalcance”, iniciamos el retorno a Chulucanas con todos los burros cargados.
¡Qué tal solazo! Sol Sol bien merece su nombre y por duplicado. Allí el Sol sí quema, y el doble, sobre todo de tarde y en el camino que no hay sombra. Pero no se siente, no me explico por qué, pero no se siente.
Hasta que por fin llegamos de vuelta a Chulucanas que era un pueblo grande, había crecido, ya era ciudad. Sus calles empolvoradas las recuerdo marrones, todo marrón hasta el aire, sus casas con las paredes de quincha, el barro, los adobes, las varas, las horquetas de algarrobos, los petates, las arañas con sus telas, todo era marrón claro y marrón oscuro en sus más de cien tonos diferentes. Las sogas y los burros amarrados en las puertas, las puertas y otros burros que andaban sueltos eran marrones, igual que las algarrobas y las pepas secas de mango que comían y los perros que los ladraban. Algunas banderas blancas colgadas de mástiles también marrones anunciaban la venta de comida, fiesta y chicha cremosita, medio blanca marroncita. Todo bajo un sol que no dejaba de brillar con fuerza en medio de un infinito celeste enemistado hacía tiempo con las nubes; y más brillantes aún que el Sol eran los ojos de “choloque” de un “quinchonal” de "churritos" moñones de panzas marrones que jugaban calatos en las calles.
Éramos un tropel de a cinco con el viejo adelante que viró por otra calle. En realidad quien viró fue el burro porque el viejo venía durmiendo muy cansado, soleado y deshidratado a pesar que su sombrero le hacía una sombra más ancha que sus hombros; además era la hora de su siesta que cómo buen tallán no perdonaba por nada en el mundo. Y nosotros les seguíamos.
Buena la hizo el burro que nos llevó hasta la puerta de un “piqueo” donde nos recibieron  como a reyes. Me puse muy contento porque el “chicherío” era el de Ricardina, una señora muy amiga en la familia, hermana pienso yo, y su chicha y su comida siempre fueron las mejores. Nunca supe por qué le decían “Siete Argollas”; ella lo aceptaba con cariño, “me gusta con tal que me gaste” me decía cuando yo le preguntaba, muchas veces le gasté, pero nunca me cobró. A mi mucho me quería, como a hijo; yo también, como a madre. Cuando era su día la gente no cabía y se peleaban por entrar; no sería por sus hijas que eran varias, muy alegres y bonitas todas ellas.
El viejo y su burro eran más conocidos que caballa seca con cebolla y zarandajas; los estaban esperando.

“Don Pepito yallegao” al verlos gritaron todos adentro. Armándose la jarana

¡Y qué jarana!

Otra vez el burro por cuenta propia metió su cabeza en la entrada por el umbral de la puerta hasta donde las alforjas le permitieron arrimando de la banca a "Dn. Come y Duerme" un hombre viejo, gordo y cansado que dormía todo el día en otro mundo esperando su próxima comida. El burro sabía que la “Quirina”, así le decía yo, les serviría un poto de chicha más grande que “bacenica”, llenitos que desbordaban, uno a él y otro al viejo.

“Pónles anisao comadre que así sola no nos gusta”
dijo el viejo apeándose, todo pretencioso; babeando igual que el burro.

Les pusieron anisado, y el burro se la tomó todita igual que el viejo.

“¡Daleotro!”

“deéjalo, probeciito, ques bien cabezepoollo”; dijo Ricardina

“¡Daleotro comaadre!”, refunfuñó el viejo, “si tú bien que lo conoces”

Y la Quirina le puso más.

La gente miraba al burro y comentaba:

“Sácalel veneno, Siete Argollas”
“Burrrro maleducao, miíra cómo soórbe”
“Hasta eruta… refatal… stárutaándo”
“Se pide perdón burrrro cochino”
“Paásale servilleeta queluusa”
“No quieere céquestá suucia”

Todo el mundo se reía, carcajada general, no dejaban escuchar. Sólo eso ya era fiesta.

Más adentro el viejo bailaba marineras y tonderos, y dijo cuando el nieto más grande lo quiso jalar “yo me quedo, hijito, no me jodas, yo me quedo y no me voy.
- "Lagüela tevamatar"
- ¡Qué “mimporta” que la vieja "tragüelta" me mate! ¡Me quedo, yo no voy!
Afuera el burro y su chicha y la gente festejando.
Al final, no se cuántos potos de chicha el burro se tomó.
Luego de llenar la barriga ya no de “chililiques” y papayas  como en la chacra sino de comida y en la mano un pedazo de carne seca asada continuamos para casa. El viejo se quedó y quien comandaba la tropa era el burro solo que al caminar se balanceaba tanto por el peso de las yucas, papayas, camotes, mangos y limones que cargaba y por la chicha que había tomado. Le seguíamos en fila india rasgando y masticando la cecina con calma “paque" dure, consumiéndola de a poquitos y saciarnos por un rato para luego querer más; todos en silencio a veces roto por alguna risa aguda cuando se lanzaba cualquier cosa en la cabeza del que estaba descuidado o por un profundo rebuzno de un burro antojado.
El burro del viejo conocía de memoria el camino de regreso entre las calles, nadie le guiaba, era él quien nos guiaba a pesar de estar borracho, porque borracho estaba. Un poto de chicha mezclada con anisado te tumba (eso ya de grande “mian contao”) y, si tomó de tres a cuatro de los grandes, el burro estaba más borracho que el hipo.
Ventarrones por aquí, polvaredas, remolinos por allá; perros por aquí, carros, camiones por allá. Plaza de Armas, hotel Americano, un poquito más allá, al frente, llegamos.
El burro del viejo entró primero, nosotros atrás embalados queriendo empuñarle que nos había ganado; ya dentro lo agarramos, descargamos y con sus últimos pasos lo acomodamos parado completamente inmóvil debajo de un tamarindo en medio del corral. Las cuatro piernas abiertas para no caer, su cabeza tratando de rellenar con el pensamiento todos los huecos y baches del camino recorrido, su hocico casi tocando el suelo y, burro piurano en menos de un minuto se durmió.

La abuela con un palo de leña en su mano al vernos preguntó:

“¿Ónstel borracho?”

“Yentró primeriiíto, en el tamariíndo”; respondí.
  
“Ese no”; dijo
“El viejo, mi viejo,
¿nonstáa?
¿siaquedáuu?
¿mi viejo siaquedáuu?
¿tragüélta?
¿tragüélta siaquedáu?”

“Sigüelita, siaquedáo, tragüelta, tragüelta siaquedáo”; dijo el más pequeño.

“¡Túnotemetaschurritoeñerdacarajomnchachomitichimaleducaoquiatúnaidestiapreguntao!”

¡Del corral nació una diosa,
con sus brazos levantados,
en medio de un remolino
de patos y gallinas
que vuelan espantados!;

¡yo la vi!

El “tschié, gua, güelita nuechonaaada…” quedó atrás; “¡patitas paqué te quiero!”, ya el “churritoeñerdacarajo” había salido corriendo atravesando el portón como un fantasma y el palo de leña atrás en el aire buscando su cabeza para caer no se por dónde.
De espantos también el burro, ¡y qué espanto!; abrió un sólo ojo, dio un par de eructos, movió las orejas y continuó durmiendo. Un perro cojo debajo de un perol medio inclinado no se qué hizo, también voló. Ni un nieto quedó, solamente yo y la vieja.
“Pobre don José; levácaer…”; susurré ¡y la abuela me escuchó! Fue allí que sentí el ardor, eran las brasas de sus ojos quemando dentro de los míos que en vano intentaban esconderse haciendo piruetas detrás de mi cerebro. Me quedé partido en dos, marrón pálido y petrificado igual al cerro Ñañañique detrás de la calle, que no mueve ni un pelo cuando truena.
La señora color de fuego brillando roja, sin apartar sus ojos de los míos, al “raato” me sonrió, sin duda me perdonó; pude respirar.
Su voz como que plañía:

“Viejo borracho,
nla casa niabla
que parece cojú.

¡Vasa veres graciao!

¡Pior quel viejo ñel burro,
que regresa borracho;
pero regresa!

¡Jalá fuera la misma laya, sgraciao!

De segurostá bailando,
¡la calzón con güecostá bailando!
¡Pareso llevólpañuelo!

¡Jijuneta sgraciao!
¡Agora vasaver!
¡Mias pagarás!

¡Va yover!
¡Juro que vayover!
¡Por mi taita que agora yueve!

¡Condenao!”

Al fondo el Sol levantaba sus ojos estirando sus cejas para arriba sobre la línea del horizonte queriendo ver todavía sus últimos rayos de luz naranja en el firmamento hasta que, sin más poder, se rindió a la noche; yo también.

Y al otro día temprano,
de mi casa yo aguaitando,
la leña ardía prendida,
la abuelita cocinando,
y el viejito cerca de ella,
bien sentado y esperando.

¡Parecía “cojú”!

Y el burro medio dormido,
primerito que comía,
debajo del tamarindo,
segurito se reía,
llenándose de algarrobas,
que bien se las merecía.

¡Otro que parecía “cojú”!

¿Si le llovió al viejo esa noche?, claro que le llovió, la abuela lo había jurado, ¡y por su “taita”, que es sagrado! Aunque, por lo visto, ya estaban reconciliados o en proceso todavía.
La viejita lo miraba de reojo por un poco de atención, el viejo ni se importaba, veleto, perdido en sus pensamientos esperaba su café bien cargado y bien caliente como a él le gustaba y sin dejar de tararear, ahora bajito, la cantaleta ¡…y tus ventanas abiertas, y tus ventanas abiertas…!
En su rostro dibujaba una sonrisa que parecía “cojú”, igual que su burro. Pero no lo era; igual que su burro, sólo parecía.
Se querían, los dos viejos se querían; digo yo. ¿Qué más muestra de amor que la “retafila” de hijos y nietos que tenían?, todos ellos mis amigos, ¡¡mis grandes amigos!!

¡¡Gooooooordooo, sala jugaaaaaaar…!!

Del corral lleno de nietos me llamaban, “yelSolyastabajuera tragüeltalumbrando y quemando, los churres jugando y peleando, los patos, las “gaínas”, el perro durmiendo y…”; perdón…, la nostalgia me mata…, no puedo continuar…, estoy llorando.

....................................................................................................... Este último agosto estuve en Chulucanas y di una vuelta por alli. La casa no la ubiqué. Ha cambiado esa cuadra, ha cambiado bastante, no habían "churres" ni corralones, peor burros. ¿Amigos? nadie ¡carajo! nadie. Don Pepito y su mujer no lo se, seguro al fondo en la Junín, ¿Dónde estarán? ¡Ni cómo coronarlos!

Caminé por la Cuzco hasta casi llegar al cerro, me pareció cerca, antes eran para mi distancias interminables, será que tenía las piernas un poco más cortas. ¡También, si la calle tiene asfalto y no hay piedras, más fácil "pa" caminar!!! lo que me asustó porque "redepente" por un momento pensé que habían asfaltado al Ñañañique. Y hay nubes... 
¿Nubes?... ¡¡¡Viejo amigo!!!... ¿Viejo amigo..., al fin uno, no te has ido, te me escondes? ¡¡¡Amigo...!!! ¡Fiel amigo...! ¿Te me escondes tras las nubes, tras el cerro, viejo amigo compañero? ¿Enamorando cuando puedes tras las nubes fiel amigo, enamorando a colores con las nubes viejo amigo compañero? ¿Arrancando los colores amarillos escondidos en el suelo de este cerro, chililique, mango verde, oro cobre, Ñañañique?
Me da un tiempo, sale y mira, frente a frente las dos caras rutilantes, extasiadas, encendidas y me dice: "date prisa, tanto tiempo ya ha "pasao", se te va; la noche llega".
"La noche llega", asentí.
Y agarrando mis alforjas de nostalgias di la espalda, rasgando y masticandolas con calma, como a la cecina, pa' que duren, consumiéndolas de a poquitos y saciarme por un rato para luego querer más.


No lo pude evitar,
ya de lejos, muy de lejos,
de reojo,
lo miré;
son sus cejas estiradas para arriba las que veo
encima del horizonte,
enamorando con las nubes,
estampida de amores coloridos voluptuosos,
de esas nubes voluptuosas pespiteando con el sol;
pespiteando con el sol,
pespiteando con el sol...


De reojo lo miré,
no lo pude evitar, 
por encima del horizonte
de reojo lo miré,
cuando sombras galopantes de la noche ya rodean
yo le dije hecho el Viejo Don Pepito Pretencioso

"Num burrito cabalgando,
   notro agosto volveré" ............................................................................................................................................................................................................................ "NO VIAJES AL PASADO, QUE DUELE" (Pablo Picasso)